Creatividad controlada. Algo que también se aprende del deporte

Como las coincidencias también importan, estaba pensando en escribir un post sobre la creatividad en entidades muy burocráticas, cuando me he encontrado con este post de Eric Mussleman, sobre la creatividad en el baloncesto. Merece la pena leerlo, pero viene a decir lo siguiente: en un entorno donde la organización es primordial, la creatividad ha de existir a partir de una base consciente y explícita, que permita que, cuando fluya, lo haga de una manera exitosa.

En el baloncesto, esto significa que la creatividad en el juego ha de formar parte de los fundamentos enseñados desde el principio. Hay que saber botar con las dos manos, hay que saber dar un pases con las dos manos, un pase picado o un pase de béisbol, o cómo defender con el cuerpo y como flotar en casos de desventaja física. Pero también es necesario aprender a dar pases por la espalda, pasarse el balón entre las piernas, dar pases en el aire sin mirar...

Cuando de chaval empezaba a disfrutar esto del baloncesto, era la época en la que empezábamos a conocer en España a 'Magic' Johnson, Larry Bird, se despedía Julius Earvin (Dr. J!) y llegaba a la NBA un chavalín llamado Jordan. Así, mientras en el patio del colegio y en los entrenamientos del Canoe aprendía los fundamentos básicos, también me iba a la cancha por mi cuenta a entrenar una y otra vez las "chuladas" que salían en los primeros All-Star que transmitían en la tele, o en "Cerca de las Estrellas". Sólo así, cuando en un partido las cosas se ponían difíciles, un pase por la espalda desde debajo del aro podía llegar a un alero para intentar un triple ganador, o podía coger un balón un poco demasiado largo y, sin tocar el suelo, intentar anotar a aro pasado (otra cosa es que me saliese, pero eso ya es otra historia :) ).

Igualmente, y tal y como Sir Ken Robinson, uno de los mayores expertos mundiales en creatividad, defiende en este vídeo de TED, las técnicas creativas tendrían que formar parte del proceso educativo desde primaria... ¡y no sólo en el baloncesto! Pero siendo pragmáticos, ¿qué hacer en organizaciones en las que la base no existe? ¿Merece la pena hacer ese esfuerzo? Sin ser ningún experto en neurociencia ni psicología, está claro que los cambios son más duros a mayor edad. La resistencia al cambio es mayor, y la capacidad de aprendizaje, menor. Pero nadie ha demostrado que la resistencia sea infinita, ni que la capacidad de aprendizaje, nula. Cualquier mejora a ese respecto merecerá la pena, sin duda.

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