Qué se necesita para ser un buen profesor, según un entrenador de la NBA
Swen Nater es un antiguo jugador y entrenador de baloncesto de la ABA, NBA y Europa, que hace unos años escribió el libro "You Haven't Taught Until They Have Learned: John Wooden's Teaching Principles and Practices". En él, esboza los puntos principales que hacen a un profesor/entrenador, un buen profesor/entrenador, a partir de lo que aprendió con John Wooden, uno de los entrenadores míticos de la liga universitaria americana de baloncesto. El blog de Eric Musselman (antiguo entrenador de los Warriors) los lista y, debido a mi pasado de formador, me ha resultado interesante echarle un vistazo:
1. Hace el aprendizaje algo interesante. O, al menos, lo intenta. Está claro que hay temas y temas, pero si el profesor no intenta mostrar la asignatura o tema como algo que merece la pena estudiarse, el alumno, desde luego, no hará ningún intento. En mi caso, explicar Calidad del Software me resultaba mucho menos interesante de enseñar que Desarrollo de Sistemas en Internet, por lo que lo primero que tuve que hacer fue encontrar qué puntos de la Calidad del Software son críticos y cruciales para cualquier profesional del software, y encontrar la "emoción" de la asignatura a partir de ahí.
2. Tiene pasión por el material a enseñar. Estoy totalmente de acuerdo, aunque no es lo habitual en escuelas, universidades y academias que asignan asignaturas según necesidad. Conozco casos muy cercanos de profesores de academias que imparten 8 horas diarias de clase de cualquier cosa que pueda llenar una clase.
3. Tiene conocimiento exhaustivo del tema. En mi opinión, hay que diferenciar entre un "mentor" o "coach" y un profesor. En el primer caso, el conocimiento sí ha de ser exhaustivo, ya que la relación con el alumno es a largo plazo, y no tiene sentido que en seis meses el alumno haya alcanzado al profesor en conocimientos y experiencia. En el caso de un profesor "de asignatura", sin duda ayuda, pero no lo considero vital. Obviamente, el profesor ha de saber más de lo que pueda saber un alumno en un tiempo razonable, pero no creo que el conocimiento de un tema esté directamente relacionado con lo bien que se explique.
4. Es extremadamente organizado. Otro punto que me parece importante, y al que no se le da suficiente importancia. Pero un control profundo de qué se enseña, cómo se imparte, cómo lo reciben los alumnos, qué objetivos se van cumpliendo...
5. Es intenso. En general, la impresión que tiene un profesor de una hora de clase es bastante diferente de la que tienen los alumnos. El profesor llega con el tema preparado, y durante una hora, totalmente concentrado, se esfuerza en explicar un tema. Los alumnos llegan sin ninguna ida preconcebida, y pueden, sencillamente, sentarse y escuchar. Sólo si el profesor es capaz de, desde el primer minuto, generar intensidad y desafíos atractivos, los alumnos aceptarán "el juego del aprendizaje". ¡Ojo! Pocas veces he conseguido que toda una clase llegue a ese momento, pero al menos sí es importante llegar a una mayoría. Si no, la clase, en muchas ocasiones, se puede dar por perdida.
6. Sabe que los estudiantes tienen que recibir reconocimiento por sus progresos, aunque sean pequeños. Estos progresos son diferentes cuando el alumno es pequeño a cuando es un universitario, o cuando se tratar de una relación de mentor, pero en todo caso, han de saber cuándo van por el buen camino. No se puede convertir en algo que el alumno espere por defecto, claro, existe una fina línea entre el esfuerzo guiado por objetivos y el puro chantaje.
7. Trata a todos con respeto. Los alumnos, sean de la edad que sean, tienen personalidad, ideas y objetivos... sólo que puede que no sean los mismos que los que el mentor quiere que se apliquen en el contexto de aprendizaje concreto. Respetar esas diferencias e intentar llegar a un punto bueno para ambas partes es muy complicado, pero necesario.
8. Es justo. Este punto daría para una o varias tesis doctorales. La "justicia" es compleja en cualquier ámbito, e igualmente en la docencia. En mi experiencia, y puedo estar equivocado, cuando menos errores creo que he cometido es cuando he tenido en cuenta tres factores: el nivel mínimo obligatorio (por debajo de eso, da igual lo que ocurra, el alumno no puede seguir adelante), el objetivo de la asignatura (¿es crítica para TODOS los alumnos? ¿Sólo para algunos? ¿Por qué?), y el esfuerzo realizado por el alumno (¿es un "crack" pero se esfuerza lo mínimo? ¿es limitado pero le echa horas y esfuerzo, aunque no estén bien aprovechados?).
9. Cree que todos los estudiantes son capaces de aprender naturalmente. Con esto estoy de acuerdo con reticencias. Creo firmemente que todas las personas tienen grandes capacidades en algún tipo de inteligencia, pero mientras que en unos puede ser una inteligencia quinética, en otros puede ser musical, memorística, lógica, artística, ... el problema para un profesor es que hay ciertas áreas en las que no todos los tipos de inteligencia son válidos igualmente. Quizá aquí es cuando, más que docentes, hay que ejercer de mentores para intentar encontrar nuevas áreas donde el alumno aproveche al máximo sus capacidades.
10. Le gusta estar con los estudiantes, y es implícito en su comportamiento. Vamos, que les gusta dar clase, les gusta ver cómo los procesos de aprendizaje funcionan con ellos... y, sobre todo, es un comportamiento natural. Desgraciadamente, no hay muchos de estos. Hay muchas razones por las que alguien se puede convertir en un "profesor/mentor" (investigación, prestigio, apoyo a la consultoría, ...) que no tienen que ver.
11. Le da prioridad a la enseñanza individualizada. Aunque se esté en una clase de 48, el profesor perfecto es consciente de que da clases a individuos. He de reconocer que tuve un año concreto en mi experiencia docente en el que no pude seguir esta norma. Cuando la clase se comporta mayoritariamente de una manera determinada, es difícil no verla de una manera homogénea. No es malo cuando el grupo es "generalmente" bueno, pero cuando es malo...
Yo añadiría un punto que he tenido claro desde el principio, y que nunca me ha fallado:
12. Diferencia muy claramente entre enseñar y aprender. Los materiales preparados, la manera de enseñar, ... todo tiene que estar enfocado a lo que el alumno tiene que aprender. De nada sirve tener unas transparencias muy curradas que tiene información mal organizada, u organizada para alguien con la capacidad, entendimiento y experiencia del profesor.
1. Hace el aprendizaje algo interesante. O, al menos, lo intenta. Está claro que hay temas y temas, pero si el profesor no intenta mostrar la asignatura o tema como algo que merece la pena estudiarse, el alumno, desde luego, no hará ningún intento. En mi caso, explicar Calidad del Software me resultaba mucho menos interesante de enseñar que Desarrollo de Sistemas en Internet, por lo que lo primero que tuve que hacer fue encontrar qué puntos de la Calidad del Software son críticos y cruciales para cualquier profesional del software, y encontrar la "emoción" de la asignatura a partir de ahí.
2. Tiene pasión por el material a enseñar. Estoy totalmente de acuerdo, aunque no es lo habitual en escuelas, universidades y academias que asignan asignaturas según necesidad. Conozco casos muy cercanos de profesores de academias que imparten 8 horas diarias de clase de cualquier cosa que pueda llenar una clase.
3. Tiene conocimiento exhaustivo del tema. En mi opinión, hay que diferenciar entre un "mentor" o "coach" y un profesor. En el primer caso, el conocimiento sí ha de ser exhaustivo, ya que la relación con el alumno es a largo plazo, y no tiene sentido que en seis meses el alumno haya alcanzado al profesor en conocimientos y experiencia. En el caso de un profesor "de asignatura", sin duda ayuda, pero no lo considero vital. Obviamente, el profesor ha de saber más de lo que pueda saber un alumno en un tiempo razonable, pero no creo que el conocimiento de un tema esté directamente relacionado con lo bien que se explique.
4. Es extremadamente organizado. Otro punto que me parece importante, y al que no se le da suficiente importancia. Pero un control profundo de qué se enseña, cómo se imparte, cómo lo reciben los alumnos, qué objetivos se van cumpliendo...
5. Es intenso. En general, la impresión que tiene un profesor de una hora de clase es bastante diferente de la que tienen los alumnos. El profesor llega con el tema preparado, y durante una hora, totalmente concentrado, se esfuerza en explicar un tema. Los alumnos llegan sin ninguna ida preconcebida, y pueden, sencillamente, sentarse y escuchar. Sólo si el profesor es capaz de, desde el primer minuto, generar intensidad y desafíos atractivos, los alumnos aceptarán "el juego del aprendizaje". ¡Ojo! Pocas veces he conseguido que toda una clase llegue a ese momento, pero al menos sí es importante llegar a una mayoría. Si no, la clase, en muchas ocasiones, se puede dar por perdida.
6. Sabe que los estudiantes tienen que recibir reconocimiento por sus progresos, aunque sean pequeños. Estos progresos son diferentes cuando el alumno es pequeño a cuando es un universitario, o cuando se tratar de una relación de mentor, pero en todo caso, han de saber cuándo van por el buen camino. No se puede convertir en algo que el alumno espere por defecto, claro, existe una fina línea entre el esfuerzo guiado por objetivos y el puro chantaje.
7. Trata a todos con respeto. Los alumnos, sean de la edad que sean, tienen personalidad, ideas y objetivos... sólo que puede que no sean los mismos que los que el mentor quiere que se apliquen en el contexto de aprendizaje concreto. Respetar esas diferencias e intentar llegar a un punto bueno para ambas partes es muy complicado, pero necesario.
8. Es justo. Este punto daría para una o varias tesis doctorales. La "justicia" es compleja en cualquier ámbito, e igualmente en la docencia. En mi experiencia, y puedo estar equivocado, cuando menos errores creo que he cometido es cuando he tenido en cuenta tres factores: el nivel mínimo obligatorio (por debajo de eso, da igual lo que ocurra, el alumno no puede seguir adelante), el objetivo de la asignatura (¿es crítica para TODOS los alumnos? ¿Sólo para algunos? ¿Por qué?), y el esfuerzo realizado por el alumno (¿es un "crack" pero se esfuerza lo mínimo? ¿es limitado pero le echa horas y esfuerzo, aunque no estén bien aprovechados?).
9. Cree que todos los estudiantes son capaces de aprender naturalmente. Con esto estoy de acuerdo con reticencias. Creo firmemente que todas las personas tienen grandes capacidades en algún tipo de inteligencia, pero mientras que en unos puede ser una inteligencia quinética, en otros puede ser musical, memorística, lógica, artística, ... el problema para un profesor es que hay ciertas áreas en las que no todos los tipos de inteligencia son válidos igualmente. Quizá aquí es cuando, más que docentes, hay que ejercer de mentores para intentar encontrar nuevas áreas donde el alumno aproveche al máximo sus capacidades.
10. Le gusta estar con los estudiantes, y es implícito en su comportamiento. Vamos, que les gusta dar clase, les gusta ver cómo los procesos de aprendizaje funcionan con ellos... y, sobre todo, es un comportamiento natural. Desgraciadamente, no hay muchos de estos. Hay muchas razones por las que alguien se puede convertir en un "profesor/mentor" (investigación, prestigio, apoyo a la consultoría, ...) que no tienen que ver.
11. Le da prioridad a la enseñanza individualizada. Aunque se esté en una clase de 48, el profesor perfecto es consciente de que da clases a individuos. He de reconocer que tuve un año concreto en mi experiencia docente en el que no pude seguir esta norma. Cuando la clase se comporta mayoritariamente de una manera determinada, es difícil no verla de una manera homogénea. No es malo cuando el grupo es "generalmente" bueno, pero cuando es malo...
Yo añadiría un punto que he tenido claro desde el principio, y que nunca me ha fallado:
12. Diferencia muy claramente entre enseñar y aprender. Los materiales preparados, la manera de enseñar, ... todo tiene que estar enfocado a lo que el alumno tiene que aprender. De nada sirve tener unas transparencias muy curradas que tiene información mal organizada, u organizada para alguien con la capacidad, entendimiento y experiencia del profesor.
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