En Nueva York con boina pero sin complejos

Escribo la última noche de mi estancia en Nueva York de una semana. Una semana en la que ha habido pocas horas de sueño, pero intensidad y trabajo a raudales.

Me quedo con varios pensamientos. Ninguno de ellos es nuevo en este blog, pero semanas como ésta ayudan a confirmar ideas que uno tiene en la cabeza, o que provienen de otros escenarios. El primero es que, realmente, Friedman tiene razón: el mundo es plano. Y lo es en muchas dimensiones, pero principalmente en el campo de las buenas ideas. Nueva York es sin duda una de las capitales mundiales (no pasa una semana en la que no recuerde la razón que tiene Richard Florida cuando nos pide que encontremos "quién" es nuestra ciudad) donde esto ocurre constantemente.

Lo que me lleva al segundo: el mundo son relaciones. A diferentes niveles, por supuesto: unas más leves, otras más profundas. Pero sin ellas, nada existe. Y hay gente que vive POR ello, al igual que hay los que viven DE ello. La educación tradicional en España no ha enfatizado esto lo suficiente, y es algo en lo que el mundo anglosajón nos saca ventaja. Y no debería de ser así ya que el mundo latino tiene una capacidad emocional inigualable, y una querencia por lo social más natural.

El tercero es que las industrias las mueven un número limitado de personas. Conocerlas y sus relaciones es un trabajo crucial y necesario. Lo veía en el mundo IT, y es meridianamente claro en el mundo editorial. Al igual que hay un número de Dunbar, estoy seguro de que existe un "número de relaciones de poder", y no creo que sea más grande de 100.

El cuarto, que no hay que tener miedo a llegar con boina a los sitios. En este caso, unos "novatos" en el mundo editorial han estado delante de más de 900 personas hablando de una idea, y de por qué creen que es relevante. Evidentemente no hemos hecho NADA todavía, pero la gente nos escucha, se nos acerca, y nos hacemos pensar mutuamente, que es de lo mejor que se puede hacer en esta vida.

El quinto, muy relacionado con el anterior, es que si haces magdalenas, todo es más fácil. A lo mejor al principio salen pochas, saben raras, ... pero la cara y comentarios del que las prueba ayuda a mejorar. Íbamos con la boina, sí, pero llevábamos también unas magdalenas de sabor intrigante que, si no perfectas, conseguían que se nos acercasen al carromato portátil a ver cómo lo habíamos hecho, si mañana añadiríamos nuevos sabores o formas, si acabaríamos con el negocio de los donuts o cuánto necesitaríamos para convertir el carromato en una tienda.

Y hay muchos más, pero estoy exhausto. El lunes seguiremos remando, y viendo cómo mejorar la siguiente remesa.

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