El guión de Talenta Mundi - Nomadismo digital
Desde finales del 2017 y durante todo el 2018 tuve la gran suerte de colaborar en el programa de Jesús García, Talenta Mundi. Ya hablé de ese programa aquí. Voy a ir publicando aquí los guiones de esos programas junto con el enlace al audio.
Hoy hablamos de otro tema relacionado con el propio nombre del programa. Si hace unas semanas mostrábamos a los polímatas como máximo ejemplo del “Talento en el mundo”, dediquemos si os parece unos minutos a hablar de cómo ese talento ha cambiado su relación con el mundo, aprovechando lo que las tecnologías digitales nos permiten en cuanto a comunicación y trabajo remoto. Obviamente, me refiero al nomadismo digital.
Solo hace falta pasearse por las cafeterías de cualquier ciudad para darnos cuenta de que el hasta hace poco rol estándar de empleado de oficina perfectamente descrito en la película “El Apartamento” de Billy Wilder, ha cambiado. En muchísimos casos, tener una empresa solo nos requiere un ordenador, una mesa, una silla (bueno, o una cinta para andar, que ahora se ha puesto de moda) y una conexión a internet. En otros, poder acceder de vez en cuando a un taller de impresión digital en 3D para crear prototipos. Solo cuando la empresa empieza a crecer, nos planteamos contar con estructuras más estables. Pero podemos ir más lejos, y no es metáfora: por qué pararnos en la cafetería de la esquina cuando podemos realizar la misma tarea desde el otro lado del mundo?
Aunque no el primero, quizá el libro que abrió esta posibilidad a muchas personas fue “La semana laboral de 4 horas”, de Tim Ferris. Aunque exagerado como pocos, la obra daba muchas pistas sobre cómo utilizar las nuevas tecnologías, automatizar procesos, aprovechar el entorno global en el que nos movemos y, como resultado de todo esto, minimizar la necesidad de encontrarnos en un sitio concreto para realizar nuestras tareas diarias.
¿Pero cómo conseguimos ser igual de productivos fuera del entorno controlado de la oficina? Por ejemplo, Tim Ferris recomienda fehacientemente la utilización de asistentes personales remotos. Cuando escribió la primera edición del libro, quizá parecía ciencia ficción que en 2018 un porcentaje relevante de las tareas que menciona en el libro pudiesen ser realizadas por asistentes robotizados, como Amy de x.io. Yo utilizo este servicio de manera habitual y aunque lejos de las capacidades de un asistente "humano", hay situaciones concretas, como es la de gestionar la organización de reuniones con clientes, en la que Amy alcanza cotas bastante altas en el test de Turing...
Si Tim Ferris nos ha convencido, hace falta dar el siguiente paso y ver cómo convertirnos en nómadas digitales. Una de las primeras reglas es lo que se conoce en latín como parvo vivere: vive con poco. El nomadismo digital tiene ciertos riesgos, como cualquier persona de la audiencia que haya sido autónomo podrá entender fácilmente: trabajos eventuales, épocas sin demasiados ingresos, ... a lo que hemos de añadir otros problemas como que no puedas acceder temporalmente a tu cuenta corriente para sacar el dinero del mes en la moneda local, falta de conexión a internet, etc. De todo ello nos habla Vagabonding, para muchos la Biblia del nomadismo en general, y muy divertido de leer. Para muestra un botón. Dice el autor que:
"En una ocasión, en Armagedón (la localidad israelí, no la batalla del fin del mundo), conocí a un ingeniero aeronáutico estadounidense tan contento por haber conseguido cinco días libres durante un viaje de negocios a Tel Aviv que, mientras paseábamos por la ciudad en ruinas, apenas hablaba de otra cosa. Cuando finalmente le comenté que yo llevaba dieciocho meses viajando por Asia, me miró como si le hubiera dado un puñetazo. «Debes ser asquerosamente rico –comentó con tono resentido–. O tal vez –añadió, dándome por perdido definitivamente– lo sean tus papás».
Yo intenté explicarle que había pasado dos años enseñando inglés en Corea, y que con el dinero que había ganado me había financiado mis meses de libertad, pero el ingeniero se negaba a creerme. No sé por qué pero no aceptaba que dos años de cualquier trabajo honesto (el que fuera) pudieran haber financiado dieciocho meses (y los que vendrían) de viaje. No tuve tiempo siquiera de contarle la parte más graciosa de la historia: en aquel año y medio de viaje, mis costes diarios habían sido significativamente menores de lo que habrían sido en Estados Unidos."
Tampoco nos podemos olvidar de los desafíos del trabajo en remoto. Por ejemplo, tal y como se explica en el libro Your Brain at Work, a nuestro cerebro no le gusta el foco, y prefiere gestionar interrupciones. Cómo doblegar esta tendencia se convierte en uno de los grandes desafíos de los próximos años, si queremos que este nomadismo se normalice. O el hecho de que trabajaremos en entornos claramente multiculturales, con grandes oportunidades de crecimiento personal y profesional, pero también de desafíos a los que pocas veces nos habremos enfrentados. De ello habla durante unas cuantas páginas el libro Cultural Intelligence.
Pero podemos llegar aún más lejos. El parvo vivere y el nomadismo digital nos llevan a otro neologismo, “Zero Waste” (nada de basura), como concienciación de que el trabajar por el mundo también tiene responsabilidades. Consumir menos, pero amplificando el efecto de las rutinas de reciclado y reutiización, convierte un ejercicio eminentemente personal como es el nomadismo, en una acción global.
Termino esta vez con un poema de Walt Withman, un vagabundo de pro, de la Canción del camino abierto:
Desde esta hora me declaro libre de todo límite y de toda línea imaginaria,
Voy a donde me plazca, soy mi señor total y absoluto,
Escucho a los demás, considero lo que ellos me dicen,
Me detengo, investigo, acepto, contemplo;
Dulcemente, pero con innegable voluntad,
me liberto de las trabas que quieren retenerme.
Photo by Toa Heftiba on Unsplash
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