El guión de Talenta Mundi - la formación de hábitos


Desde finales del 2017 y durante todo el 2018 tuve la gran suerte de colaborar en el programa de Jesús García Talenta Mundi. Ya hablé de ese programa aquí. Voy a ir publicando aquí los guiones de esos programas junto con el enlace al audio.

Comenzamos con la formación de hábitos.



Nuestra historia comienza en 1870. Christopher Latham Sholes, un editor de periodicos de Milwaukee, se da cuenta de que el increíble nuevo mundo de la mecanografía tiene un grave problema. Y es que las barras que imprimen la tinta contra el papel cada vez que se pulsa una tecla de la máquinas de escribir de la época, suelen chocar entre sí cuando el trabajador pulsaba dos teclas de manera consecutiva con demasiada rapidez. Cuando se le ocurre espaciar aquellas letras más utilizadas conjuntamente en el idioma inglés, este problema se minimiza de manera muy acusada. El teclado QWERTY, por la organización de letras de la segunda fila de la maquina, acababa de nacer.


En 1932, August Dvorak patenta un nuevo diseño de teclado con una estructura diferente, en la fque las vocales se encuentran en la fila central, por lo que se aumenta la velocidad y se restan aun mas errores. Además, es evidente que el teclado QWERTY esta pensado para el idioma inglés. Cabía esperar que cuando surgen las maquinas eléctricas y después los ordenadores, y segundo, en aquellos países de habla no inglesa, Dvorak o alguna otra opción más adecuada para los tiempos que corrían, dejarían atrás a QWERTY.


Pero no ha sido así, como cualquiera que utilice un ordenador, móvil o maquina de escribir, sabe. Y se debe a que tenemos un hábito, un hábito que nos ha exigido meses o años de trabajo. Desde la estrategia del águila, buscando con un dedo la letra a la que atacar, hasta los cursos de mecanografía que, aún hoy, persisten, y que recuerdo todavía como la mayor fuente de ingresos de las primeras academias de "mecanografía e informática" que surgían en los barrios de las ciudades de toda España durante los años 80.


Este anacronismo se debe a coste de cambio. Al ser humano, a pesar de lo que nos venden las películas americanas y los anuncios de Apple, no le gusta la innovación. Y para aceptarla o adoptarla, la mejora ha de ser muy grande.


In the 1950s psychologist B. F. Skinner conducted experiments to understand how variability impacted animal behavior. 5 First, Skinner placed pigeons inside a box rigged to deliver a food pellet to the birds every time they pressed a lever. Similar to Olds’s and Milner’s lab mice, the pigeons learned the cause-and-effect relationship between pressing the lever and receiving the food. In the next part of the experiment Skinner added variability. Instead of providing a pellet every time a pigeon tapped the lever, the machine discharged food after a random number of taps. Sometimes the lever dispensed food, other times not. Skinner revealed that the intermittent reward dramatically increased the number of times the pigeons tapped the lever. Adding variability increased the frequency of the pigeons’ completing the intended action.


Pero sigamos con nuestra historia. Hacia 2010, el Dr B. J. Fogg, director del laboratorio de tecnología persuasiva de Stanford - fíjate ya lo que enhebran algunas universidades- establece que la consecución de un hábito se basa en dos elementos del comportamiento humano: la facilidad con la que se puede poner en marcha una acción, y la motivación psicológica para realizarla.


Vitaminas vs medicamentos.
Aquí encontramos otro elemento crucial en la formación de hábitos. Los hábitos crean necesidades. Daniel H. Pink en su libro Una nueva mente, nos dice que en este primer mundo en el que nos encontramos, todas nuestras necesidades básicas se encuentran resueltas. Nos podemos quedar sin trabajo pero cobramos el paro. Hay tiendas donde comprar comida. Etc. Por tanto, para poder crear nuevos productos, estos han de ser innovadores y ,en la mayor parte de los casos, crear nuevas necesidades. Whatsapp, instagram o, en mi caso, Waze, son buenos ejemplos.


Todo producto que en principio sea una vitamina, necesita convertirse en un medicamento, en una necesidad, si su objetivo es que se utilice de manera constante por parte de sus usuarios.


Y todo esto es lo que nos cuenta Nir Eyal en su libro Hooked, donde plantea un "ciclo de vida de la formación de hábitos".


Para formar hábitos, primero hemos de ofrecer algún tipo de disparador (explícito, pero también teniendo en cuenta que lo ideal es que sea implícito: que el usuario tenga ganas de usar el producto o servicio cuando tiene emociones concretas: aburrimiento, excitaciones, etc.
Tras el disparador, algo ha de ocurrir en el servicio, lo que se denomina la acción. Estas deben ser sencillas de usar y relacionadas con el interés del usuario, como nos decía Fogg. P.e el look de Facebook o el swipe de Tinder.


El tercer paso es crucial: el usuario ha de recibir alguna recompensa. Pero tal y como aprendimos con Skinner, esta ha de ser variable. Los niveles de dopamina cuando los resultados son variables, son mucho más altos, indicando que nuestro chute de expectativas es aún mayor. Por tanto, Los artículos que publicamos en Facebook a veces se comparten mucho, a veces poco. Videojuegos que nos sorprenden en cada fase del juego aunque hayamos jugado decenas de veces.

Por ultimo, la inversión por parte del usuario. Como cuando vamos al gimnasio. Si nos ponemos en serio e invertimos nuestro tiempo esfuerzo, los resultados hacen que volvamos con mas y mas ganas.

Aunque la obra de Nir Eyal no nos da la fórmula mágica para que nuestros productos sean utilizados al máximo, sí nos ofrece una guía que utilizar en nuestro quehacer diario.




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